martes, 12 de agosto de 2014

La "Gloriosa Victoria" de Diego Rivera

La obra es una representación de la invasión que hizo Estados Unidos, a través de la United Fruit Company, dueña la gran industria bananera que imperaba en esa época en la “Repùblica Bananera” como se le llamaba a Guatemala y  varios países mas de la región a comienzos de la década de los cincuenta. El mural Gloriosa Victoria, como pieza central es una obra que escenifica la intervención de la CIA a Guatemala, a través del Movimiento de Liberación Nacional, que desencadenó la caída del Gobierno de Jacobo Arbenz.

Dos banderas
Cuenta la historia que en 1953, en la famosa Casa Azul del barrio de Coyoacán de la capital de México donde vivían Diego y Frida, se celebraba la incipiente democracia que vivía Guatemala con dos banderas sobre su puerta: la mexicana y la guatemalteca. Y es que los Rivera Kahlo vivían muy de cerca este proceso por su abierta militancia de izquierda y por ser amigos de personalidades como Luis Cardoza y Aragón y Miguel Ángel Asturias. De hecho, en ese entonces la asistente de Rivera era la joven guatemalteca Rina Lazo, quien lo acompañó en su trabajo por alrededor de una década y puso sus pinceladas en obras célebres como Sueño de un paseo dominical por la alameda central, el mural del cárcamo del Río Lerma o el que adorna el Estadio Olímpico Universitario.
Pasó el tiempo y, en 1954, Guatemala fue agredida. Este hecho conmocionó a esta pareja de pintores mexicanos. Tanto que decidieron organizar una gran marcha para oponerse. Es conocida la foto de Frida en la que aparece, pocos días antes de morir, en su silla de ruedas y acompañada de su marido levantando su voz contra este nefasto capítulo de nuestra historia. Según Juan Coronel Rivera, nieto de Diego y curador de la Epopeya Mural, el hecho que desata que el famoso muralista mexicano decida pintar la Gloriosa Victoria fue una carta que Miguel Ángel Asturias le envió, suplicándole manifestarse a favor de sus hermanos guatemaltecos, pintar algo que denunciara este hecho.
Así, poco tiempo después de la muerte de Frida, Diego en su luto se decide a hacerlo. Llamó a Rina, quien se encontraba en Guatemala pintando el mural Tierra fértil en el Club Italiano, para que le reuniera material fotográfico, recortes de prensa y todo aquello que le pudiera ser útil para este nuevo trabajo. Días después se encontraron en México, en el famoso estudio de San Ángel, y así comenzó el camino de la Gloriosa Victoria.
Diego y Rina
En poco más de tres meses completaron el mural al temple que muestra en el centro una bomba con la cara del presidente de Estados Unidos, Dwight Ike Eisenhower.  Otros de los personajes que aparecen en la composición son: Allan Dulles, director de la CIA; el embajador estadounidense en Guatemala, John Peurifoy y monseñor Rossell y Arellano, arzobispo de Guatemala, quien da la bendición a los agresores. A la izquierda se aprecian los buques estadounidenses siendo cargados de bananos, mientras los soldados solo observan las escena. A la derecha se ve el volcán de Agua, la bananera, el Palacio y la Catedral, también al pueblo guatemalteco resistiéndose al hecho y niños, hombres y mujeres muertos.
De la parte derecha del mural hay dos anécdotas que hacen a la Gloriosa Victoria aún más guatemalteca. Hay una mujer vestida de rojo con una ametralladora en la mano, que es, ni más ni menos, un retrato de Rina Lazo como representante de la resistencia. En una entrevista que proporcionó en México, Rina Lazo cuenta, “Diego me dijo un día: ‘traiga una blusa roja mañana’. Al día siguiente llegué y me puso a posar como guerrillera, con una ametralladora de juguete que era de su nieto Juan Pablo”. En la parte superior derecha, se ve una cárcel llena de presos políticos que agitan una bandera de Guatemala. Esta parte del mural está pintada completamente por Lazo, quien afirmó que Diego le pidió que la firmara. Él, ante la timidez de ella por hacerlo, pintó en el muro de la cárcel un corazón con su nombre y el de ella a manera de crédito. La firma de ambos aparece en la parte inferior del mural, al lado de la de la otra asistente de Rivera, Teresa Ordiales.
Para titular este mural, el último que pintó el hijo predilecto de Guanajuato, Rivera parafraseó de manera sarcástica lo dicho por el Secretario de Estado estadounidense para celebrar el golpe de Estado, “esta fue una gloriosa victoria”.
En busca del tesoro perdido
Diego Rivera pintó Gloriosa Victoria con la idea de que participara en una exposición que el Frente Nacional de Artes Plásticas mexicano organizó para exhibir obras de sus miembros en los países socialistas de Europa del Este. La muestra comenzaba en Polonia. Sin embargo, Miguel Ángel Anzures, director del Frente, se asustó por la temática del mural. Rivera se molestó y se negó a mostrarlo. Al final, fueron los jóvenes pintores polacos los que solicitaron el mural a Rivera y finalmente viajó a Polonia.
Pocos meses antes de su muerte, Diego viajó a la Unión Soviética para un tratamiento médico.
Consigo llevaba la Gloriosa Victoria y decidió donarla a la “clase obrera” de ese país, pero, al parecer por órdenes de Stalin, la obra fue guardada en el Museo Pushkin de Moscú, donde permaneció en sus bodegas hasta el año 2007. La Gloriosa Victoria estaba considerado como uno de los dos murales perdidos de Rivera, junto con el famoso Pesadilla de guerra, sueño de paz.
De hecho, fue buscando este segundo, que el mural sobre Guatemala volvió, literalmente, a ver la luz  como un tesoro perdido del que no se había sabido nada en 50 años.
Al encontrarlo, más de uno se llevó una sorpresa. Como estuvo guardado tanto tiempo el colorido del mural permanece intacto. El asombro fue mayor al percatarse que por el otro lado de la tela hay un mural inconcluso, que está de cabeza con respecto a la Gloriosa Victoria, en el que se ve perfectamente retratado al que fuera en esa época el secretario General del Partido Comunista en México, Dionisio Encinas.  Expertos aseguran que no tienen que ver uno con otro, “cuando Diego quiso pintar el mural sobre Guatemala, volteó la tela y omitió el otro trabajo, así de simple”.
La vida está llena de coincidencias y esta historia no es la excepción. Rina Lazo, después de participar en la elaboración de la Gloriosa Victoria, decidió pintar un mural de similares proporciones y de la misma temática titulado El mismo agresor, que muestra las intervenciones de Estados Unidos en Corea y Guatemala. Este también estuvo perdido, casi por la misma cantidad de tiempo, y coincidentemente apareció por la misma época en las bodegas de otro museo: el de Toluca.

LA HISTORIA DE UNA GLORIOSA VICTORIA
“Gloriosa Victoria”,  fue un cuadro proscrito que le fue encargado a Diego Rivera por un grupo de pintores mexicanos “para apoyar al pueblo guatemalteco, que entonces recién había sido invadido por los Estados Unidos”; sin embargo, cuando vieron el resultado ya no quisieron la obra debido a que la figura central era el presidente Eisenhower, en funciones en Estados Unidos.
“En ese momento “Eis”, como le decían de cariño en Estados Unidos, era el presidente más querido de la historia de ese país debido a que ganó la Segunda Guerra Mundial y había libertado a Europa… Diego lo pone como lo que realmente era, el tirano que está invadiendo a América Latina…
El cuadro, añade el experto en arte, no fue pintado para México, sino que se iba a incluir originalmente en una exposición de arte mexicano en Varsovia, de donde fue excluido.
ero entonces los estudiantes de Varsovia, que ya Varsovia era comunista, se enteran de la obra y le escriben a Diego y le dicen: “Su pieza no está en la exposición, nos gustaría exhibirla nosotros”. Y entonces no se exhibe hasta un año después, en una exposición que organizan los estudiantes de Varsovia, a la cual también asiste una representación de obreros rusos… Esos obreros le dicen a Diego que si les regala la obra, porque además esta pieza nunca la cobró, Diego la hizo gratuita y entonces los obreros rusos le dicen a Diego que si regala la obra, a lo cual accede Rivera vía correo y años después, ellos mismos se la entregan al museo Pushkin de Moscu.

¿POR QUÉ GLORIOSA VICTORIA TERMINA EN UNA BODEGA?
Al llegar a la entonces Unión Soviética, “Gloriosa Victoria” terminó en las bodegas del Museo Pushkin,  principalmente por dos motivos:
  1. Diego era un autor proscrito en la Unión Soviética, porque no formaba parte del Partido Comunista; Diego es aceptado nuevamente en el Partido Comunista hasta 1955; cuando esta pieza llega a Rusia Diego no era Stalinista
  2. Desde luego la obra no fue exhibida porque no tenía el orden que le estaban dando al arte contemporáneo en ese momento, para el socialismo ruso el arte era dirigido y tenía que dirigirse hacia la propaganda Stalinista

¿POR QUÉ SE CONSIDERÓ PERDIDO “GLORIOSA VICTORIA”?
Durante la Guerra Fría, que dura de los años 50, hasta que cae, en el decenio de los 80 del siglo pasado, el Muro de Berlín y la Unión Soviética… En ese tiempo las colecciones rusas eran secreto de Estado, porque muchas de las obras habían sido adquiridas a través de la guerra, cuando van invadiendo los países, al igual como hacen los nazis y como hicieron todos los franceses,  y muchos otros más, todas las piezas adquiridas  eran tesoros de guerra, como les llamaban.
Lo que se encontraba en los museos soviéticos en ese entonces no era listado y era información confidencial; si alguien preguntaba o hablaba de un cuadro no proporcionaban ninguna información. Fue hasta que se abre la Perestroika y se empiezan a hacer inventarios, que se hacen inventarios públicos, entonces es que se da a conocer que el mural efectivamente estaba ahí.

Los 12 trabajos de Hércules!!!

Heracles, a quien los romanos llamarían Hércules, era hijo de Zeus y de Alcmena, una princesa de Tebas. Hera, enojada porque Zeus había llevado a cabo otro de sus casamientos con mujeres mortales, envió dos horrorosas serpientes para que mataran a Heracles cuando aún era un bebé. Heracles y su hermano gemelo Ificles dormían en un escudo que les servía de cuna, cuando las serpientes reptaron hacia ellos. Ificles gritó y rodó fuera del escudo. Pero Heracles, un niño inmensamente fuerte, cogió las serpientes por el cuello, una en cada mano, y las estranguló.Cuando era un muchacho, Heracles se interesaba más por la lucha que por la lectura, la escritura o la música. También prefería la carne asada y el pan de cebada a los pasteles de miel o de frutas. Pronto, se convirtió en el mejor arquero, el mejor luchador y el mejor boxeador que existía. Cuando Lino, su profesor de música, le pegó por no prestar atención a las escalas, Heracles le golpeó con una lira hasta matarlo. Acusado de asesinato, Heracles dijo sencillamente:—Lino me pegó primero. Sólo me defendí.Y los jueces lo absolvieron.Euristeo, el gran rey de Grecia, quería desterrar a Anfitrión, rey de Tebas y, ahora, padrastro de Heracles. Pero éste, noblemente, se ofreció a Euristeo para ser su esclavo durante noventa y nueve meses, si permitía que Anfitrión se quedase y conservara el trono. Hera advirtió a Euristeo:—Acepta, pero encarga a Heracles los diez trabajos más peligrosos que puedas elegir, y que los cumpla todos dentro de los noventa y nueve meses. Lo quiero muerto.El primer trabajo que Euristeo ordenó a Heracles fue matar al león de Nemea, una enorme bestia, cuya piel era resistente a la piedra, al cobre y al hierro. Aquel monstruo vivía en una cueva en las montañas. […] Aunque el animal le arrancó el dedo corazón de la mano izquierda de un mordisco, Heracles consiguió meter la cabeza del león bajo el brazo derecho y aplastarla hasta que la bestia murió. Heracles despellejó al león usando una de las garras del mismo animal como cuchillo y luego se cubrió con la piel. Después, se fabricó una nueva maza de madera de olivo y se presentó ante Euristeo.El segundo trabajo era mucho más peligroso: matar a la monstruosa hidra de los pantanos de Lerna. Esta bestia tenía el cuerpo grande, como el de un perro, y ocho cabezas de serpiente con largos cuellos. Heracles le disparó flechas ardiendo cuando salía de su agujero bajo las arenas de un pantano. Luego, corrió hacia ella y le golpeó las ocho cabezas. Pero conforme las aplastaba, iban apareciendo otras en su lugar. Un escorpión, enviado por Hera, se le acercó rápidamente y le mordió el pie: Heracles lo aplastó de un pisotón. Al mismo tiempo, desenvainó su afilada espada de empuñadura de oro y llamó a Yolao, el conductor de su carro. Yolao trajo inmediatamente una antorcha y, cuando Heracles cortaba una cabeza, sellaba el cuello con fuego para evitar que surgiera una nueva. Fue el final de la hidra. Heracles mojó sus flechas en su sangre venenosa. Quien fuera herido con ellas moriría dolorosamente.El tercer trabajo fue capturar la cierva de Cerinia, una cierva blanca con pezuñas de bronce y cuernos de oro, que pertenecía a la princesa Artemisa. Heracles tardó un año entero en encontrarla. La persiguió por montañas y valles de toda Grecia, hasta que al final le disparó una flecha sin veneno, cuando pasó corriendo cerca de él. La flecha se clavó entre el tendón y el hueso de sus patas delanteras, que quedaron ensartadas, sin derramar una sola gota de sangre. Cuando tropezó y cayó, Heracles la apresó, le extrajo la flecha y se la llevó a Euristeo sobre los hombros. Artemisa se habría enfurecido si Heracles hubiera dañado a su cierva y, además, lo perdonó por su certero flechazo. Después, Euristeo liberó a la cierva.El cuarto trabajo fue apresar al jabalí de Erimanto, una enorme criatura con unos colmillos como los de un elefante y una piel resistente a las flechas. Heracles lo persiguió por las montañas de aquí para allá, en invierno, hasta que quedó atrapado en un gran montículo de nieve. Allí, saltó sobre él y le ató las patas delanteras a las traseras. Cuando Euristeo vio a Heracles cargando el jabalí a su espalda por la avenida de palacio, huyó y se escondió en una gran vasija de bronce.El quinto trabajo fue limpiar el inmundo establo del rey Augías en un solo día. Augías tenía muchos millares de animales y nunca se había preocupado de eliminar sus excrementos. Euristeo le encargó esta tarea a Heracles sólo para molestarlo, esperando que se cubriera de inmundicia, cuando cargara el estiércol en las cestas para llevárselo.Augías sonrió a Heracles con desprecio:—Te apuesto veinte vacas contra una, a que no puedes limpiar el establo en un solo día.—De acuerdo —dijo Heracles.Blandió su maza, derribó la pared del establo, cogió un pico y cavó rápidamente unos canales profundos desde dos ríos cercanos. El agua de los ríos atravesó el establo y lo dejó limpio en un momento.Como sexto trabajo, Euristeo le dijo a Heracles que expulsara ciertas aves caníbales con plumas de bronce del lago Estínfalo. Estos animales parecían grullas, pero tenían picos capaces de hacer pedazos una coraza de hierro. Heracles no podía nadar en los pantanos, porque el agua estaba turbia, y tampoco podía cruzarlos caminando, porque el barro no aguantaría su peso. Cuando disparó a los pájaros, las flechas rebotaron en sus plumas.La diosa Atenea se le apareció entonces y le dio un unos címbalos de bronce.—¡Agítalos! —le ordenó.Heracles lo hizo y las aves levantaron el vuelo, aterrorizadas. Disparó, mató a docenas de ellas, ya que en la parte inferior de sus cuerpos no tenían plumas de bronce, y las obligó a huir en dirección al mar Negro. Ninguna volvió jamás.El séptimo trabajo fue capturar un toro que aterrorizaba Creta. Perseguía granjeros y soldados, destruía cabañas y almacenes, arrasaba campos de maíz, y asustaba a mujeres y niños. Este animal había aparecido cuando el hijo de Europa, Minos, dijo a los cretenses:—¡Soy el rey de esta isla! ¡Dejemos que los dioses me envíen una señal para probarlo!Mientras hablaba, los cretenses vieron cómo un toro muy blanco de cuernos dorados salió nadando del mar. Pero en lugar de sacrificar el hermoso animal a los dioses, como era su deber, Minos lo conservó y sacrificó otro. Así que Zeus lo castigó, permitiendo que el toro escapara y causara desgracias en toda Creta.Heracles siguió al toro hasta un bosque. Allí, se subió a un árbol, esperó que el animal pasara y saltó sobre su lomo. Tras un difícil forcejeo, consiguió clavarle una anilla en la nariz y, cruzando el mar con unas riendas atadas a su morro, se lo llevó a Euristeo.El octavo trabajo fue capturar las cuatro yeguas salvajes del rey Diomedes de Tracia. Diomedes alimentaba a estas yeguas con la carne de los extranjeros que visitaban su reino. Heracles viajó hasta Tracia y se acercó al palacio real; fue directo a las cuadras de Diomedes, echó a los mozos y condujo a las yeguas, que se caían y coceaban, hasta la costa. Alertado por el ruido, Diomedes llamó a los guardias de palacio y salió en su persecución. Heracles dejó las yeguas a cargo de su mozo Abdero y volvió para luchar. La batalla fue corta. Dejó sin sentido a Diomedes con su maza e hizo que las yeguas se lo comieran vivo, como venganza por la muerte de Abdero que, poco antes, al no haber podido controlar a las yeguas, había sido devorado por las mismas. Antes de marcharse, Heracles también instituyó unos juegos fúnebres anuales, en memoria de Abdero. Ya de regreso, cuando Heracles vio que su barco era demasiado pequeño para que cupieran las cuatro yeguas, las enjaezó al carro de Diomedes, abandonó el barco y volvió, de este modo, a casa, cruzando Macedonia.El noveno trabajo fue conseguir el famoso cinturón de oro de Hipólita, la reina de las amazonas que vivía en la costa sur del mar Negro, y regalárselo a la hija de Euristeo. Heracles llegó a Amazonia sin novedad. Allí, la reina Hipólita se enamoró de él y podría haber conseguido el cinturón como un simple regalo. Sin embargo, la diosa Hera, con rencor, se disfrazó de amazona y esparció el rumor de que Heracles había venido para secuestrar a Hipólita y llevársela a Grecia. Las amazonas, indignadas, montaron en sus caballos y fueron a rescatarla, lanzando flechas contra Heracles, mientras se acercaban. Aunque Heracles rechazó el ataque, Hipólita resultó muerta en la confusión de la batalla. Así que Heracles cogió el cinturón de su cadáver y se fue apenado. Le hubiera gustado casarse con Hipólita y le molestó mucho tener que darle el cinturón a la hija de Euristeo.El décimo trabajo de Heracles fue robar un rebaño de bueyes del rey Geríones, que vivía en una isla cerca de la corriente de Océano. Geríones tenía tres troncos con sus respectivas cabezas, pero un solo par de extremidades. […] Cuando llegó a la isla de Geríones, Heracles fue atacado por un perro bicéfalo y por un pastor de Geríones, a los que abatió de un mazazo. Finalmente, Geríones salió corriendo de su palacio, como si se tratase de una fila formada por tres hombres. La diosa Hera, entonces, intentó ayudar a Geríones deslumbrando con un espejo a Heracles, pero éste esquivó el destello y mató a Geríones con una flecha, que atravesó a la vez los tres troncos. Luego, disparó también contra Heray la hirió  en un hombro. La diosa se fue entonces volando a suplicar a Apolo y a Artemisa que le extrajeran la flecha y la curaran. […]Ahora, Heracles debía ser liberado pero, aconsejado por Hera, Euristeo le dijo:—No has cumplido correctamente mi segundo trabajo, porque pediste ayuda a Yolao, para matar la hidra. Y tampoco hiciste bien el quinto trabajo, porque Augías te pagó por limpiar su establo. […] Debes hacer dos más, pero puedes dedicarles el tiempo que necesites.—De acuerdo —dijo Heracles—. Y si vivo para cumplirlos, le sucederá lo peor a tu familia.Euristeo había planeado dos nuevos trabajos muy peligrosos. El primero era conseguir las manzanas de oro de las hespérides, ninfas que vivían en el Lejano Occidente. Estas manzanas eran el fruto de un árbol que la Madre Tierra le ofreció a Hera como regalo de boda. Las Hespérides, hijas del titán Atlas, cuidaban del árbol, y Ladón, un dragón que nunca dormía, lo vigilaba dando vueltas a su alrededor.[…] Heracles partió por mar hacia Marruecos y, al llegar a Tánger, caminó tierra adentro hasta el lugar donde Atlas, el titán rebelde, sostenía la bóveda celeste. Heracles le preguntó:—Si me hago cargo de tu trabajo durante una hora, ¿querrías recoger para mí tres manzanas del árbol de tus hijas?—Claro —dijo Atlas—, si tú matas antes al dragón que nunca duerme.Heracles apuntó con su arco por encima del muro del jardín y mató al dragón. Luego, se puso de pie detrás de Atlas y, separando las piernas, se colocó todo el peso de la bóveda celeste sobre la cabeza y los hombros. Atlas trepó por el muro, saludó a sus hijas, robó las manzanas y le gritó a Heracles:—Hazme el favor de quedarte aquí un poco más, mientras le llevo estas tres manzanas a Euristeo. Con mis enormes piernas, estaré de vuelta dentro de una hora.Heracles, que sabía que Atlas nunca entregaría las manzanas a Euristeo y que su idea era la de rescatar a los demás titanes para empezar una nueva rebelión, simuló que le creía.—Encantado —contestó—, pero antes sosténme un momento el peso, mientras doblo esta piel de león y me hago un cojín para la cabeza.Atlas dejó las manzanas en el suelo e hizo lo que le pedía Heracles. Éste entonces recogió las manzanas y, antes de irse, le dijo:—Has intentado engañarme —le comentó, riéndose—, pero yo te he engañado a ti. ¡Adiós![…] El último y peor de los trabajos fue capturar al can Cerbero y arrastrarlo a la superficie desde el Tártaro. Al recibir esta orden, Heracles fue a Eleusis para purificarse. Allí se celebraban los misterios de Deméter. Limpio de todo pecado, Heracles bajó con valentía hasta el Tártaro, pero Carente no quiso transportar a un mortal hasta la otra orilla de la laguna Estigia.—Destruiré tu barca —le amenazó Heracles— y te cubriré de flechas como un erizo está cubierto de púas.Caronte tembló de terror y lo llevó al otro lado. Más tarde, Hades castigó a Caronte por su cobardía.Heracles vio a Teseo y Pirítoo pegados al banco de Hades, mientras las furias los azotaban. Tiró de Teseo con enorme fuerza y lo arrancó del asiento, pero Teseo perdió un buen trozo de espalda. Luego, vio que era imposible liberar también a Pirítoo, si no era con un hacha, así que lo dejó allí.Perséfone salió corriendo del palacio y cogió a Heracles de las manos:—¿Puedo ayudarte, querido Heracles? —preguntó.—Majestad, te ruego que me prestes a tu perro guardián durante unos días. Podrá volver a casa enseguida, cuando se lo haya enseñado a Euristeo.Perséfone dirigió sus ojos hacia Hades:—Por favor, esposo, concede a Heracles lo que pide. Esta tarea le ha sido encomendada por consejo de tu cuñada Hera. Él promete no quedarse con nuestro can Cerbero.—Muy bien —respondió Hades—, y puede llevarse también a ese loco de Teseo, ya que está aquí. Pero tiene la obligación de domar a Cerbero, sin usar ni la maza ni las flechas.Hades creyó que esta condición haría imposible el trabajo, pero la piel de león de Heracles era resistente a los pinchazos de las púas del lomo de Cerbero, así que Heracles, con sus fuertes manos, apretó el pescuezo del can, hasta que sus tres cabezas se oscurecieron. Cerbero entonces se desmayó y Heracles pudo arrastrarlo con facilidad. Por desgracia, el único túnel de vuelta a la Tierra lo bastante ancho era uno que tenía la salida cerca de Mariandinia, junto al mar Negro, así que a Heracles le esperaba un viaje largo y difícil. Antes de partir, Heracles cogió una rama de laurel blanco como trofeo y se la colocó como si fuera una corona.Cuando Heracles apareció arrastrando a Cerbero con una correa, Euristeo se dio un susto de muerte.—Gracias, noble Heracles —dijo—; ahora, quedas liberado de tus trabajos. Pero, por favor, devuelve esa bestia enseguida.Heracles volvió a Tebas, donde su madre Alcmena lo recibió con alegría. […]