La expansión colonial, según Lord Salisbury
“Podemos dividir las naciones del mundo, grosso modo, en vivas y moribundas. Por un lado, tenemos grandes países cuyo enorme poder aumenta de año en año, aumentando su riqueza, aumentando su poder, aumentando la perfección de su organización. Los ferrocarriles les han dado el poder de concentrar en un solo punto la totalidad de la fuerza militar de su población y de reunir ejércitos de un tamaño y poder nunca soñados por las generaciones que han existidos. La ciencia ha colocado en manos de esos ejércitos armamentos que aumentan el poder, terrible poder, de aquellos que tienen la oportunidad de usarlos. Junto a estas espléndidas organizaciones, cuya fuerza nada parece capaz de disminuir y que sostiene ambiciones encontradas que únicamente el futuro podrá dirimir a través de un arbitraje sangriento, junto a estas, existen un número de comunidades que sólo puedo describir como moribundas, aunque el epíteto indudablemente se le aplica en grado diferente y con diferente intensidad. Son principalmente comunidades no cristianas, aunque siento decir que no es éste exclusivamente el caso, y en esos Estados, la desorganización y la decadencia avanzan casi con tanta rapidez como la concentración y aumento de poder en las naciones vivas que se encuentran junto a ellos. Década tras década, cada vez son más débiles, más pobres y poseen menos hombres destacados o instituciones en que pode confiar, aparentemente se aproximan cada vez más a su destino aunque todavía se agarren con extraña tenacidad a la vida que tienen. En ellas no sólo no se pone remedio a la mala administración, sino que ésta aumenta constantemente. La sociedad, y la sociedad oficial, la Administración, es un nido de corrupción, por lo que no existe una base firme en la que pudiera apoyarse una esperanza de reforma y reconstrucción, y ante los ojos de la parte del mundo informada, muestran endiverso grado, un panorama terrible, un panorama que desafortunadamente el incremento de nuestros medios de información y comunicación describen con los más oscuros y conspicuos tintes ante la vista de todas las naciones, a pelando tanto a sus sentimientos como a sus intereses, pidiendo que les ofrezcan un remedio.
(…) Por una u otra razón, por necesidades políticas o bajo presiones filantrópicas, las naciones vivas se irán apropiando gradualmente de los territorios de las moribundas y surgirán rápidamente las semillas y las causas de conflicto entre las naciones civilizadas (…) naturalmente no debemos suponer que a una sola de las naciones vivas se le permita tener el beneficioso monopolio de curar o desmenuzar a estos desafortunados pacientes (risas) (…) estas cuestiones pueden ocasionar diferencias fatales entre las grandes naciones cuyos poderosos ejércitos se encuentran frente a frente amenazándose (…) indudablemente no vamos a permitir que Inglaterra quede en situación desventajosa en cualquier reajuste que pueda tener lugar (aplausos). Por otro lado, no sentiremos envidia si el engrandecimiento de un rival elimina la desolación y la esterilidad de regiones en las que nuestros brazos no pueden alargarse (…)”
Discurso pronunciado por Robert Gascoyne-Cecil, Lord Salisbury (Primer Ministro, Jefe del Partido Consevador, del Reino Unido) 4 de mayo de 1898 en el Albert Hall. The Times, 5 de mayo de 1898
(Extraído de https://hmcontemporaneo.wordpress.com/2011/05/19/la-expansion-colonial-segun-lord-salisbury/)
Alegoría del Imperialismo Británico. Los dominios de Victoria I (1819-1901), reina de Gran Bretaña e Irlanda y Emperatriz de la India (entre 1876 y 1901), se extendían a lo largo y a lo ancho de 32 millones de kilómetros cuadrados (130 veces la superficie actual del Reino Unido). Las rebeliones de los países sometidos dentro de tan vasto imperio (Afganistán, Australia, Birmania, Egipto, India, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Sudán, Irlanda, etc.), y los conflictos instigados por Londres, como las dos Guerras del Opio y la Guerra de los Boxers en China, provocaron más de cien millones de muertos en un período de apenas sesenta años (1840-1900).
Caricatura de C. Rodhes.
EL CONGO Y LEOPOLDO II. CRÓNICAS DE UN GENOCIDIO OLVIDADO (II)
El Congo, propiedad privada de Leopoldo
Al fin sucedió lo inevitable. La Conferencia de Berlín en 1885 le entrega a Leoplodo la zona del Congo. Más de 1 millón de millas cuadradas (más de 80 veces la extensión de Bélgica) le fueron cedidas al rey belga en bandeja de plata. La entrega se realizó sin ningún congoleño presente. Los nativos de dicho territorio no tenían noción del futuro que les esperaba.
El Reino de Bélgica abandonó toda responsabilidad sobre el territorio congoleño, como lo confirmará el artículo 62 de la Constitución belga votada en 1885, por lo cual el territorio del Congo quedaba convertido prácticamente en “propiedad privada” de Leopoldo II. Así, el astuto rey belga tenía todo el viento a su favor: los “tratados” con los nativos, la venia de las grandes potencias y la legitimidad dentro de su propio reino. Todo estaba preparado para la explotación del territorio, se suponía que Leopoldo trataría a los nativos con humanidad y respeto, tal como predicaba unos años antes, pero la realidad iba a ser muy distinta.
El caucho y la muerte. 10 millones de olvidados
Leopoldo manda más de 16 mil soldados de diversas nacionalidades pagados directamente por él, para que mantuvieran las seguridad en su territorio. La entrega del Congo fue un cheque en blanco, las potencias europeas le concedieron plenos poderes al rey belga, seguros de que su humanidad y sus inclinaciones filantrópicas le impedirían transformarse en un tirano. Luego los hechos demostrarán cuán erradas fueron estas percepciones.
Sin ningún obstáculo aparente, el belga puso manos a la obra. Después de que John Dunlop inventase el neumático, la demanda de caucho y latex se disparó demencialmente. Las ambiciones por adueñarse de la mayor parte del mercado, llevaron a Leopoldo a cometer actos atroces. Los árboles de caucho abundaban en el Congo y para aumentar la productividad de esta sustancia (y a sí poder competir con la producción en otros puntos del orbe, principalmente en América Latina) se sometía a los trabajadores a condiciones infrahumanas. Los nativos trabajaban las 24 horas del día y las muertes por fatiga eran diarias. El Congo se transformó en un inmenso campo de trabajo forzado. Los castigos, para los recolectores que no entregaban el mínimo exigido de látex, eran brutales. Iban desde los chicotazos y las mutilaciones de manos y pies hasta el exterminio de aldeas enteras, cuando se producían fugas o las aquellas comunidades no cumplían con la obligación de alimentar a sus verdugos como éstos esperaban.
Se calcula que durante los años de dominio de Leopoldo sobre el Congo fueron exterminados unos diez millones de nativos, la mayoría esclavizados, mutilados o asesinados en masa debido a su resistencia a trabajar en las extracciones de caucho.
El fin de la “administración Leopoldo”
Las atrocidades cometidas en el Congo fueron descubiertas bastante tarde. En 1895, el misionero Henry Grattan Guinness instala una misión en el Congo cuando fue avisado de los abusos sufridos por la población del Estado Libre del Congo. Obtuvo promesas de mejora de Leopoldo, pero nada cambió. El periodista británico Edmund Dene Morel, ex agente de una compañía de navegación encargada del transporte del caucho hacia Europa, y conocedor de las estructuras comerciales establecidas en Àfrica del oeste, fue también uno de los primeros en avisar a la opinión internacional sobre los crímenes cometidos, recogiendo por primera vez pruebas testimoniales y documentales. Todas estas voces levantadas en contra de las atrocidades cometidas no obtuvieron frutos. Recién en 1903, dos años después del fallecimiento de la reina Victoria, la Cámara de los Comunes adopta una postura crítica con respecto a la administración del Congo y envía a un diplomático Roger Casement para que investigara los hechos. El informe de Casement fue impactante y tal fue su magnitud que el gobierno británico mando 14 copias a los países que casi 20 años antes, le habían concedido el dominio del Congo a Leopoldo durante la Conferencia de Berlín. El rey Leopoldo, pese al escándalo, mantuvo su control sobre el Congo hasta 1908, fecha en la que el Parlamento belga, bajo la presión internacional, decidió anexionarlo y asumir su administración. Leopoldo II aceptó firmar el Tratado de cesión del Estado Independiente del Congo el 28 de noviembre de 1907.
Esta cesión fue incluida en 1908 en el acta conocida como «Donación real», por la que Bélgica “heredaba” el Congo, así como de la gestión de las inmensas propiedades personales del Rey en Bélgica, preservando su disfrute por sus sucesores en el trono y prohibiendo su venta o alteración.
De esta manera se pone fin a la tiranía de Leopoldo en el Congo. Para el rey de los belgas fue una empresa más que exitosa, él se enriqueció enormemente y Bélgica obtuvo un imperio. Para los nativos del Congo, los años de administración belga fueron un infierno. Leopoldo podría considerarse como uno de los hipócritas más grandes de la Historia. Con su boca predicaba paz y humanidad para los africanos y con la mano realizaba actos atroces. Es innegable la astucia de Leopoldo como estadista, (siendo un poco Maquiavelista) consiguió un imperio de la misma nada pero costó mucho, la vida de más de 10 millones de inocentes.
(Extraído de https://elglobodegambetta.wordpress.com/2012/12/19/el-congo-y-leopoldo-ii-cronicas-de-un-genocidio-olvidado-ii/)
MAPAS DE AYUDA PARA COMPLETAR LA ACTIVIDAD DE AULA:
¿Sabías que en 1885 las potencias europeas
se reunieron en Berlín? Aquí decidieron
como se llevaría a cabo la ocupación de África.....
La razón fue la
siguiente: Una vez que había comenzado
la expansión de las potencias europeas sobre los territorios de África, se produjeron inevitables conflictos debido a
que había lugares que eran reclamados por más de un país.
EL RESULTADO DE LAS DECISIONES DE AQUELLA
CONFERENCIA LO PUEDES APRECIAR EN EL MAPA......