EL MUNDO DESPUÉS DE 1945. EL NUEVO ORDEN INTERNACIONAL.
El panorama político que siguió a la Segunda Guerra Mundial estuvo condicionado por el papel de Estados Unidos y la Unión Soviética, que no supieron ponerse de acuerdo sobre la manera de reordenación del mundo, ya que representaban dos sistemas políticos, dos modelos económicos y dos formas de organización social opuestas e irreconciliables. Así pues, el objetivo prioritario de los vencedores fue garantizar la existencia de dos bloques, liderados por las dos superpotencias, y asegurar que el resto de países se alineasen en función de los intereses de estos dos Estados.
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2- LOS ORÍGENES DE LA GUERRA FRÍA
El bloque capitalista y el bloque socialista fueron conformando dos modelos sociales y políticos tan diferenciados que en unas ocasiones estuvieron a punto de enfrentarse y en otras redujeron distancias, convencidos de la imposibilidad de destruirse sin poner en peligro el futuro de la humanidad. Las relaciones internacionales pasaron, pues, de lo que se ha denominado Guerra Fría (conflicto entre los bloques en todos los aspectos menos en el enfrentamiento militar directo) a la coexistencia pacífica (aceptación de la existencia del otro bloque y necesidad de establecer relaciones pacíficas).
La Segunda Guerra Mundial abrió paso a un nuevo esquema de relacionamiento internacional que puede caracterizarse por:
- La bipolaridad y el hundimiento del poderío europeo tradicional.
- La hegemonía de dos nuevas superpotencias: EEUU y la URSS.
- La intensificación de los procesos de descolonización.
- La creación de un nuevo organismo de arbitraje internacional: la ONU. Dinámica de roles sobre la Conferencia de Moscú y los orígenes de la Guerra Fría
2.1- LA BIPOLARIDAD Y EL HUNDIMIENTO DE EUROPA
El mundo que emergió de la Segunda Guerra Mundial estaba profundamente dividido en dos campos, que fueron intensificando sus diferencias como consecuencia del antagonismo en sus estructuras económico-sociales.
El antiguo sistema de equilibró multilateral, cuyo centro era Europa, había sido sustituido por un sistema bilateral de dos superpotencias extraeuropeas: Estados Unidos y la Unión Soviética.
Ellas superaron en poderío económico, militar, científico y técnico a las demás naciones del planeta estableciendo una bipolaridad que permite explicar, en buena medida, la marcha de los acontecimientos mundiales hasta 1990.
Las potencias occidentales de Europa, debilitadas por la Primera Guerra y los sucesos de entreguerras, recibieron, con la Segunda Guerra, el golpe de gracia que la desplazó del lugar de privilegio que monopolizaban desde hacía un cuarto de siglo,
En el marco de esta realidad, el espacio europeo quedó dividido en dos: el occidental y el oriental.
Se denominó Europa Occidental al conjunto de países que, concluida la Segunda Guerra, no se integraron al socialismo. Por lo tanto, el término “occidental” está más cargado de sentido ideológico que de rigor geográfico.
El bloque de Europa Oriental, por su parte, lo constituyó el espacio ocupado por las naciones que se volcaron, voluntariamente o por la fuerza, al socialismo soviético.
2.2- LAS SUPERPOTENCIAS: EE.UU. Y LA URSS
EEUU. Con su territorio intacto y su productividad industrial enormemente aumentada, fue la principal fuente para la reconstrucción de las maltrechas economías de Europa.
A sus aliados ofreció grandes cantidades de dinero, materiales excedentes de guerra y ayuda técnica. Como único ocupante de Japón y una de las cuatro potencias ocupantes de Alemania, también volcó dinero y esfuerzos en la rehabilitación de sus enemigos, estimulando su resurgimiento.
La ayuda económica que prestó estaba íntimamente ligada a la lucha ideológica que se planteaba con el campo socialista: no asistir a los países perjudicados por la guerra podía significar la pérdida de sus fidelidad.
El 12 de marzo de 1947, el presidente estadounidense Harry Truman proclamó formalmente su posición frente a la URSS y sus aliados. En su doctrina, el primer mandatario presentó este enfrentamiento como un combate ideológico entre la libertad y el totalitarismo; por tanto, toda acción intervencionista en el mundo que atendiera esta realidad estaba plenamente justificada.
En este marco, el secretario de Estado George Marshall anunció un plan de ayuda (el Plan Marshall) a los países europeos, hasta que afianzaran su reconstrucción económica y social. Los objetivos del programa eran brindar ayuda económica y técnica promoviendo la producción industrial y agrícola, afianzando la solidez financiera y monetaria de los países, y estimulando el desarrollo del comercio internacional de los participantes entre sí y con otras naciones, Su mayor virtud residía en que por medio de él se podía sostener el superávit de las exportaciones norteamericanas y al mismo tiempo fortalecer las economías de las naciones prooccidentales, disipando el peligro de una atracción del bloque socialista. Entre 1948 y 1952 el plan aportó casi 17.000 millones de dólares a un total de 16 países, de los cuales 9.000 millones fueron donaciones. El Plan Marshall, que en realidad volcó menos capitales de los que inicialmente había prometido, constituyó un factor fundamental en la recuperación europea, cimentando un régimen de intercambio e interdependencia que también favoreció la expansión norteamericana en el plano económico y una mayor presencia en el plano político y militar.
La URSS. Ejerció una gran influencia en Europa Oriental, Presionó a los países de su esfera para que rechazaran la ayuda ofrecida, acusando al Plan de tener escondidas intenciones imperialistas. Brindó, no obstante, su apoyo, en base a la adopción de los lineamientos de planificación y colectivización de la economía soviética.
Uno tras otro, los países lindantes con la Unión Soviética, que habían sido liberados de los nazis con al ayuda del “ejercito rojo”, adoptaron gobiernos de coalición dirigidos por los comunistas, quienes establecieron, a partir de 1948, regímenes denominados “democracias populares”.
Tras un período de pluralismo político en el que se realizaron elecciones parlamentarias libres, se procedió a eliminar a la oposición e instrumentar el control de los partidos comunistas sobre sus aliados frentepopulistas. Estos cambios fueron acompañados de la nacionalización de los principales recursos económicos y de la elaboración de los primeros planes a corto plazo.
En el plano interno, el régimen soviético fue adquiriendo características cada vez más autoritarias, consolidándose el culto a la personalidad de Stalin. Convertido en el conductor de la revolución mundial y en la esperanza de millones de seres humanos.
El centralismo democrático del estalinismo se aplicó haciendo hincapié en el primer término (el centralismo) y desconociendo totalmente el segundo (la democracia). Los órganos electores y de consulta del Partido Comunista dejaron de reunirse y de ser oídos, Stalin y sus colaboradores pasaron a controlar toda la estructura del Estado y la sociedad. Cualquier oposición era censurada y se practicaron las purgas periódicas y las deportaciones a los campos de prisioneros de Siberia. Recientes investigaciones afirman que entre 3 y 10 millones de personas pasaron por los campos de trabajo, en los que se recluía no solo a los enemigos del socialismo sino también a los revolucionarios y patriotas que se oponían a las desviaciones del régimen.
Estos aspectos, y el infranqueable cerco puesto a la oposición y a los disidentes, no hicieron mella a la enorme popularidad de José Stalin, que se mantuvo en el poder hasta su muerte en 1953.
3- GUERRA FRÍA (1945-1990)
El incremento de la lucha ideológica entre las superpotencias desarrolló una nueva pugna entre dos bloques: la comunidad del Atlántico –integrada por EEUU y los países de Europa Occidental- y la URSS y los Estados europeos orientales. Cuando en 1949 se estableció la República Popular China, el enfrentamiento se hizo mundial.
3.1- GUERRA FRÍA, BLOQUES Y ALIANZAS
La Humanidad se dividió en “dos mundos”, campos o bloques: uno que se llamó a sí mismo “mundo libre” , y el otro, comunista. Pero cada uno de ellos creía exclusivamente en un mundo, el suyo propio.
La política de ambos consistía en mantenerse firme contra la expansión del otro buscar los medios de extender su sistema. Consolidar y ampliar las zonas de influencia sin llegar a un choque abierto de sus fuerzas armadas –lo cual podría significar la guerra- constituyó su preocupación central y el objetivo de sus acciones.
La Guerra Fría –como se denominó a estas relaciones –significó una situación extremadamente tensa entre las grandes potencias, en la que el hostigamiento, el armamentismo y la actitud de beligerancia hacían prever una guerra a gran escala que reduciría a cenizas el planeta.
Partiendo de la creencia de que en el campo enemigo siempre se albergaban propósitos agresivos, los ideólogos de la Guerra Fría apoyaron la creación de un complejo entramado de alianzas políticas, económicas y militares que englobaban a sus respectivos países satélites. Sus fines fueron facilitar la cooperación entre las naciones de un mismo bloque y marcar su territorio frente a cualquier intento expansionista del adversario.
La estrategia norteamericana para la Guerra Fría se basó en cinco puntos fundamentales:
- El sostenimiento y la renovación de un enorme potencial militar propio, que significara una garantía para sus aliados y pudiera contener el avance rojo
- El apoyo económico para los países afectados por la guerra, que permitiera su penetración económica y política en esos países.
- La asistencia militar a los aliados y los países amenazados por la subversión comunista mediante el envío de armamento, ayuda económica y firma de pactos multilaterales.
- El cercamiento militar de la URSS y sus aliados mediante pactos militares y una red de bases norteamericanas en el exterior.
- La propagación de una ideología anticomunista que presentara a Estados Unidos como el defensor de los valores de la civilización occidental.
Los soviéticos enfrentaron al otro bloque en base a dos principios: la creencia en la inminente caída del capitalismo occidental como consecuencia del caos subsiguiente a la Guerra Mundial, y la conciencia colectiva de autodefensa desarrollada desde la Revolución de 1917 hasta la segunda Guerra Mundial, que la Guerra Fría no hizo más que aumentar.
Encararon la estrategia de confrontación con EEUU en base a seis puntos:
- El aumento progresivo de un poderío militar propio. En 1952 la URSS dedicaba un alto porcentaje del gasto público a sus Fuerzas Armadas, y contaba con más de 4.500.000 efectivos militares.
- La formación de un bloque militar en el Este europeo bajo la coordinación soviética.
- El establecimiento de un sistema económico integrado, destinado a servir a los intereses del desarrollo soviético (CAME o COMECON)
- El apoyo a los movimientos pacifistas de Occidente, con la finalidad de movilizar a la población contra la política de rearme e integración militar del bloque occidental.
- La lucha contra las oposiciones internas (pacifistas e intelectuales) que llevó a purgas e intervenciones en sus países aliados en caso de crisis interna.
- El apoyo a los movimientos de liberación afroasiáticos, en especial a aquellos en los que los comunistas ejercían un papel dirigente.
En este período muchos fueron los conflictos en los cuales las dos superpotencias midieron fuerzas sin un enfrentamiento directo. La situación de Alemania una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial será una fuente de tensiones permanente que encontrará una solución parcial con la división de Alemania en dos, Alemania Federal (bajo la órbita capitalista) y Alemania Democrática (bajo la órbita socialista). Berlín la capital de Alemania Democrática quedará divida en cuatro zonas de ocupación (EE.UU., G.Bretaña, Francia y la URSS) y posteriormente en dos, siendo numerosos los desentendimientos entre los aliados (EE.UU., Francia y G.Bretaña) y los soviéticos que terminarían con la construcción del Muro de Berlín por parte de las autoridades del sector oriental. Corea y Vietnam serán otros ejemplos de conflictos o enfrentamientos localizados de la Guerra Fría.
3.2- LA COEXISTENCIA PACÍFICA
A comienzos de los años sesenta algunos de los factores que habían provocado la Guerra Fría e incluso le habían dado sentido, comenzaron a cambiar de signo. En primer lugar, tanto en Estados Unidos como en la URSS, los sectores más fuertemente dogmáticos y defensores del enfrentamiento a ultranza entre los bloques habían muerto (por ejemplo el caso de Stalin) o habían sido marginados de los círculos del poder (como el senador de los EEUU, McCarthy). En segundo lugar, la situación permanente de tensión comenzó a ser denunciada, por sectores de la población o por los países dependientes de alguna de las potencias, como una estrategia del terror, que no hacía sino aumentar los conflictos. Se empezó a defender la idea de que había que aceptar la existencia de los dos bloques y con este telón de fondo de inició una nueva etapa que denominamos “coexistencia pacífica”
Los primeros pasos hacia la distensión internacional los dio la URSS, en concreto Nikita Jruschev, que en 1956 anunció lo que se conoce como los principios de la coexistencia pacífica. Ésta consistía en basar las relaciones entre las dos potencias en el respeto a la integridad territorial y a la soberanía, la no agresión y no injerencia en los asuntos internos y en la coexistencia pacífica, la cooperación económica y la igualdad y ayuda reciprocas.
Niños huyendo de un bombardeo con Napalm a una aldea vietnamita.Pulsa para saber más sobre la historia de la niña que aparece en el centro de la foto.
Ahora bien, las dos superpotencias aceptaban las diferencias ideológicas y las áreas de influencia respectivas en un intento de evitar un enfrentamiento directo. Las razones que explican este comportamiento se han de buscar en la nueva correlación de fuerzas que se estableció, tanto dentro de cada uno de los bloques como en el conjunto del planeta, cuando tras la descolonización comenzó a emerger un conjunto de países no alineados directamente en la política de bloques. Además, no hay que perder de vista el llamado “empate atómico”, que hacía cada vez más probable la destrucción mutua en el caso de que estallara un conflicto y que obligaba a iniciar conversaciones de desarme. Por último, no se pueden olvidar las razones económicas, que aconsejaban la distensión para poder intensificar las relaciones comerciales y aumentar los intercambios.
El temor de las superpotencias a perder terreno en alguna zona del planeta determinó la internacionalización de los conflictos e incluso su mantenimiento artificial. Berlín es uno de los ejemplos significativos de ello.
Aspectos fundamentales
Varios aspectos caracterizaron este período: las grandes tensiones entre los bloques, la carrera armamentista, el llamado equilibrio del terror y los conflictos localizados.
La lucha por la hegemonía mundial entre las superpotencias produjo un estado de tensión permanente, que frecuentemente puso en duda la posibilidad de mantener la paz y la estabilidad internacionales.
Los conflictos europeos y del resto del mundo, rápidamente polarizaban, sin poder quedar al margen de la lucha planteada entre los bloques. El alineamiento de las superpotencias en cada uno de los bandos enfrentados auguraba un estallido bélico de dimensiones planetarias.
La carrera armamentista fue otro aspecto dominante. Se trataba de tener siempre el arma más efectiva, más sofisticada y perfeccionada, con la seguridad de que cualquier ventaja en ese terreno sería fácilmente recuperable por el enemigo.
Al mismo tiempo se procuró cimentar la superioridad de las superpotencias sobre los demás países, arrastrándolos en la misma carrera.
El armamentismo, además, constituyó un medio para instrumentar la dominación político-militar sobre países menos desarrollados.
Las armas nucleares fueron una parte fundamental de este arsenal; desde el descubrimiento de la bomba atómica y su experimentación en la Segunda Guerra no cesaron de investigar y buscar nuevas aplicaciones.
En 1949 la URSS consiguió producir su primera bomba atómica. A partir de entonces la competencia y superación fueron constantes: se diseñaron submarinos y cohetes atómicos, y misiles de largo alcance capaces de atacar de un continente a otro, dotados de cabezas atómicas.
Por muchos años los movimientos pacifistas y antiarmamentistas denunciaron y trataron de enfrentar esta andanada, pero sus resultados fueron poco eficaces.
El creciente y temible poderío de ambas potencias generó un equilibro que algunos investigadores denominaron “del terror”, dado que se apoyó en el armamentismo y en un posible conflicto de carácter mundial.
La necesidad de contención del adversario, así como el orden interno entre los bloques, hizo que ningún conflicto local, por más lejano que fuera, escapara al interés e intervención de las superpotencias.
Esto condujo a la continua aparición de zonas calientes (como Berlín, Corea, etc.) donde los bloques midieron sus fuerzas, dispuestos a reconstruir el statu quo pero evitando un enfrentamiento directo.