Dos banderas
Cuenta la historia que en 1953, en la famosa Casa Azul del barrio de Coyoacán de la capital de México donde vivían Diego y Frida, se celebraba la incipiente democracia que vivía Guatemala con dos banderas sobre su puerta: la mexicana y la guatemalteca. Y es que los Rivera Kahlo vivían muy de cerca este proceso por su abierta militancia de izquierda y por ser amigos de personalidades como Luis Cardoza y Aragón y Miguel Ángel Asturias. De hecho, en ese entonces la asistente de Rivera era la joven guatemalteca Rina Lazo, quien lo acompañó en su trabajo por alrededor de una década y puso sus pinceladas en obras célebres como Sueño de un paseo dominical por la alameda central, el mural del cárcamo del Río Lerma o el que adorna el Estadio Olímpico Universitario.
Pasó el tiempo y, en 1954, Guatemala fue agredida. Este hecho conmocionó a esta pareja de pintores mexicanos. Tanto que decidieron organizar una gran marcha para oponerse. Es conocida la foto de Frida en la que aparece, pocos días antes de morir, en su silla de ruedas y acompañada de su marido levantando su voz contra este nefasto capítulo de nuestra historia. Según Juan Coronel Rivera, nieto de Diego y curador de la Epopeya Mural, el hecho que desata que el famoso muralista mexicano decida pintar la Gloriosa Victoria fue una carta que Miguel Ángel Asturias le envió, suplicándole manifestarse a favor de sus hermanos guatemaltecos, pintar algo que denunciara este hecho.
Así, poco tiempo después de la muerte de Frida, Diego en su luto se decide a hacerlo. Llamó a Rina, quien se encontraba en Guatemala pintando el mural Tierra fértil en el Club Italiano, para que le reuniera material fotográfico, recortes de prensa y todo aquello que le pudiera ser útil para este nuevo trabajo. Días después se encontraron en México, en el famoso estudio de San Ángel, y así comenzó el camino de la Gloriosa Victoria.
Diego y Rina
En poco más de tres meses completaron el mural al temple que muestra en el centro una bomba con la cara del presidente de Estados Unidos, Dwight Ike Eisenhower. Otros de los personajes que aparecen en la composición son: Allan Dulles, director de la CIA; el embajador estadounidense en Guatemala, John Peurifoy y monseñor Rossell y Arellano, arzobispo de Guatemala, quien da la bendición a los agresores. A la izquierda se aprecian los buques estadounidenses siendo cargados de bananos, mientras los soldados solo observan las escena. A la derecha se ve el volcán de Agua, la bananera, el Palacio y la Catedral, también al pueblo guatemalteco resistiéndose al hecho y niños, hombres y mujeres muertos.
De la parte derecha del mural hay dos anécdotas que hacen a la Gloriosa Victoria aún más guatemalteca. Hay una mujer vestida de rojo con una ametralladora en la mano, que es, ni más ni menos, un retrato de Rina Lazo como representante de la resistencia. En una entrevista que proporcionó en México, Rina Lazo cuenta, “Diego me dijo un día: ‘traiga una blusa roja mañana’. Al día siguiente llegué y me puso a posar como guerrillera, con una ametralladora de juguete que era de su nieto Juan Pablo”. En la parte superior derecha, se ve una cárcel llena de presos políticos que agitan una bandera de Guatemala. Esta parte del mural está pintada completamente por Lazo, quien afirmó que Diego le pidió que la firmara. Él, ante la timidez de ella por hacerlo, pintó en el muro de la cárcel un corazón con su nombre y el de ella a manera de crédito. La firma de ambos aparece en la parte inferior del mural, al lado de la de la otra asistente de Rivera, Teresa Ordiales.
Para titular este mural, el último que pintó el hijo predilecto de Guanajuato, Rivera parafraseó de manera sarcástica lo dicho por el Secretario de Estado estadounidense para celebrar el golpe de Estado, “esta fue una gloriosa victoria”.
En busca del tesoro perdido
Diego Rivera pintó Gloriosa Victoria con la idea de que participara en una exposición que el Frente Nacional de Artes Plásticas mexicano organizó para exhibir obras de sus miembros en los países socialistas de Europa del Este. La muestra comenzaba en Polonia. Sin embargo, Miguel Ángel Anzures, director del Frente, se asustó por la temática del mural. Rivera se molestó y se negó a mostrarlo. Al final, fueron los jóvenes pintores polacos los que solicitaron el mural a Rivera y finalmente viajó a Polonia.
Pocos meses antes de su muerte, Diego viajó a la Unión Soviética para un tratamiento médico.
Consigo llevaba la Gloriosa Victoria y decidió donarla a la “clase obrera” de ese país, pero, al parecer por órdenes de Stalin, la obra fue guardada en el Museo Pushkin de Moscú, donde permaneció en sus bodegas hasta el año 2007. La Gloriosa Victoria estaba considerado como uno de los dos murales perdidos de Rivera, junto con el famoso Pesadilla de guerra, sueño de paz.
De hecho, fue buscando este segundo, que el mural sobre Guatemala volvió, literalmente, a ver la luz como un tesoro perdido del que no se había sabido nada en 50 años.
Al encontrarlo, más de uno se llevó una sorpresa. Como estuvo guardado tanto tiempo el colorido del mural permanece intacto. El asombro fue mayor al percatarse que por el otro lado de la tela hay un mural inconcluso, que está de cabeza con respecto a la Gloriosa Victoria, en el que se ve perfectamente retratado al que fuera en esa época el secretario General del Partido Comunista en México, Dionisio Encinas. Expertos aseguran que no tienen que ver uno con otro, “cuando Diego quiso pintar el mural sobre Guatemala, volteó la tela y omitió el otro trabajo, así de simple”.
La vida está llena de coincidencias y esta historia no es la excepción. Rina Lazo, después de participar en la elaboración de la Gloriosa Victoria, decidió pintar un mural de similares proporciones y de la misma temática titulado El mismo agresor, que muestra las intervenciones de Estados Unidos en Corea y Guatemala. Este también estuvo perdido, casi por la misma cantidad de tiempo, y coincidentemente apareció por la misma época en las bodegas de otro museo: el de Toluca.
LA HISTORIA DE UNA GLORIOSA VICTORIA
“Gloriosa Victoria”, fue un cuadro proscrito que le fue encargado a Diego Rivera por un grupo de pintores mexicanos “para apoyar al pueblo guatemalteco, que entonces recién había sido invadido por los Estados Unidos”; sin embargo, cuando vieron el resultado ya no quisieron la obra debido a que la figura central era el presidente Eisenhower, en funciones en Estados Unidos.
“En ese momento “Eis”, como le decían de cariño en Estados Unidos, era el presidente más querido de la historia de ese país debido a que ganó la Segunda Guerra Mundial y había libertado a Europa… Diego lo pone como lo que realmente era, el tirano que está invadiendo a América Latina…
El cuadro, añade el experto en arte, no fue pintado para México, sino que se iba a incluir originalmente en una exposición de arte mexicano en Varsovia, de donde fue excluido.
ero entonces los estudiantes de Varsovia, que ya Varsovia era comunista, se enteran de la obra y le escriben a Diego y le dicen: “Su pieza no está en la exposición, nos gustaría exhibirla nosotros”. Y entonces no se exhibe hasta un año después, en una exposición que organizan los estudiantes de Varsovia, a la cual también asiste una representación de obreros rusos… Esos obreros le dicen a Diego que si les regala la obra, porque además esta pieza nunca la cobró, Diego la hizo gratuita y entonces los obreros rusos le dicen a Diego que si regala la obra, a lo cual accede Rivera vía correo y años después, ellos mismos se la entregan al museo Pushkin de Moscu.
¿POR QUÉ GLORIOSA VICTORIA TERMINA EN UNA BODEGA?
Al llegar a la entonces Unión Soviética, “Gloriosa Victoria” terminó en las bodegas del Museo Pushkin, principalmente por dos motivos:
- Diego era un autor proscrito en la Unión Soviética, porque no formaba parte del Partido Comunista; Diego es aceptado nuevamente en el Partido Comunista hasta 1955; cuando esta pieza llega a Rusia Diego no era Stalinista
- Desde luego la obra no fue exhibida porque no tenía el orden que le estaban dando al arte contemporáneo en ese momento, para el socialismo ruso el arte era dirigido y tenía que dirigirse hacia la propaganda Stalinista
¿POR QUÉ SE CONSIDERÓ PERDIDO “GLORIOSA VICTORIA”?
Durante la Guerra Fría, que dura de los años 50, hasta que cae, en el decenio de los 80 del siglo pasado, el Muro de Berlín y la Unión Soviética… En ese tiempo las colecciones rusas eran secreto de Estado, porque muchas de las obras habían sido adquiridas a través de la guerra, cuando van invadiendo los países, al igual como hacen los nazis y como hicieron todos los franceses, y muchos otros más, todas las piezas adquiridas eran tesoros de guerra, como les llamaban.
Lo que se encontraba en los museos soviéticos en ese entonces no era listado y era información confidencial; si alguien preguntaba o hablaba de un cuadro no proporcionaban ninguna información. Fue hasta que se abre la Perestroika y se empiezan a hacer inventarios, que se hacen inventarios públicos, entonces es que se da a conocer que el mural efectivamente estaba ahí.