"El pasado de una ilusión. Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX. Francois Furet.
Texto adaptado del capitulo III: El embrujo universal de octubre".
Así, la Primera Guerra Mundial hace volver al centro de l apolítica europea la idea de revolución, porque se trata sin duda de un retorno. la democracia en Europa había tenido su cuna en la Revolución francesa, temblor de tierra cuyas ondas expansivas habían resultado tan difícil controlar para los políticos del siglo XIX. A comienzos del siglo XX, estaba lejos de haber mostrado ya todos sus efectos, pues sus principios, victoriosos casi por doquier, coexistían con la pervivencia de instituciones anteriores, y sus ideas con ideas más antiguas. Por ello los europeos de 1914 formaban una civilización política mixta en el interior mismo de cada nación: la labor de la idea democrática, universalmente difundida, se había mezclado en diversas formas, según los casos, las tradiciones y las resistencias. pero esta mezcla no conducía ya a la revolución. incluso los partidos obreros, blandiendo la lucha de clases y el advenimiento del proletariado, se habían incorporado, por ejemplo en Francia y en Alemania, a la arena parlamentaria burguesa.
había una excepción a esta situación: la Rusia de los zares, cuya fragilidad se había demostrado en el año 1905. no obstante, ,a través de ella la revolución vuelve durante la guerra a la historia europea desde su punto más remoto. este acontecimiento es excéntrico, pero no improbable en su modalidad primera: porque en la caída de Nicolás II y la instauración de un gobierno provisional en espera de una Asamblea Constituyente, los europeos, encabezados por los franceses, reconocen su historia. Lo improbable no está en el 17 de febrero, sino en Octubre, que le sigue tan de cerca.
A partir de Octubre y los bolcheviques la revolución adopta, en efecto, un papel inédito. ya no enarbola el estandarte de la burguesía, sino el de la clase obrera. al menos bajo esa proclama avanza, como realización de la demostración marxista de la caída de la burguesía y del capitalismo. lo difícil del asunto se debe a que ese capitalismo apenas tuvo tiempo de existir: la revolución proletaria estalla en el más atrasado de los grandes países europeos. La paradoja a alimentado de antemano un debate interminable en el interior del movimiento socialista ruso....
Pero el poder de octubre sobre el imaginario colectivo se debe también a una reactualización, a más de un siglo de distancia, de las más poderosas representación política de la democracia moderna: la idea revolucionaria. Esta reactualización fue interiorizada desde hace tiempo por los bolcheviques, que discuten desde el comienzo del siglo el precedente jacobino. pero Lenin y sus amigos, antes de la guerra de 1914, no son más que un pequeño grupo de extremista de la internacional Socialista. Cuando son proyectados al primer plano de la actualidad, en el otoño de 1917, no es sólo por su victoria, sino porque adornan con el encanto irresistible de la victoria a un modo de acción histórico en el que la izquierda europea reconoce a sus antepasados y la derecha a sus enemigos. Dicho reconocimiento se renovará a lo largo de todo el siglo XX y gracias a él ningún territorio será considerado incapaz de convertirse en soldado de la revolución universal.
Por qué es tan fascinante la revolución? Es la afirmación de la voluntad en la historia; los héroes habían sido los franceses de finales del siglo XVIII; los bolcheviques entran al relevo. El carácter extraño de esta sucesión imprevista no sólo estriba en la nueva dignidad de una nación que había permanecido al margen de la civilización europea. también se debe a que Lenin hace la Revolución de Octubre en nombre de Marx en el menos capitalista de los grandes países de Europa. Pero a la inversa de las leyes de la historia bien puede ser lo que de a Octubre de 1917 parte de su influencia sobre los hombres: al culto de la voluntad, herencia jacobina pasada por el filtro del populismo ruso, Lenin añade las certidumbre de la ciencia, tomadas del Capital.
La Revolución Rusa nunca habría sido lo que fue en el imaginario colectivo de os hombres si no se hubiese proclamado como la continuación del precedente francés.. Para comprender como se articula el leninismo en la tradición revolucionaria francesa, es necesario entender como tratan los bolcheviques aquella revolución. Para ellos debe extraerse de la revolución francesa las fases que prefiguraron Octubre sin dejar de criticar sus ilusiones universalistas, inseparables del carácter "burgués" de 1789. El episodio jacobino es su preferido. Es el momento más voluntarista y también el menos liberal de la revolución. Presenta además la característica particular, única hasta 1917, de deberse por entero a la ambición revolucionaria. La revolución no tiene otro fin que ella misma. Pero los Convencionistas franceses de 1793 ese poder sin ley (sin Constitución) era temporal, hasta lograr la paz. Para los bolcheviques, ese gobierno de excepción era una doctrina y han adoptado como regla el poder sin regla ("La dictadura es un poder que se apoya directamente en la violencia y no está coartado por ley alguna"; Lenin, La revolución proletaria, Obras escogidas", Moscú.)
Hacia 1918, la izquierda intelectual francesa se inclina sobre Rusia para atender lo que allí sucedía y uno de los estudiosos de la Revolución Francesa, Alphonse Aulard, explicaba que la idea socialista se encuentra en los principios de 1789: "resulta erróneo oponer el socialismo a los principios d 1789. Sí, el socialismo está en contradicción violenta con el sistema social establecido en 1789, pero es la consecuencia lógica, extrema, peligrosa (si se quiere) de los principios de 1789". La idea socialista es hija de la Revolución francesa, el socialismo es una ampliación de la igualdad democrática (...).
La Revolución e Octubre, como la de 1789 tiene la ambición de emancipar a toda la humanidad: anotación profunda que se relaciona con la fascinación particular de octubre, en comparación con Febrero, sobre la opinión pública. Pues el derrocamiento del zar y de la autocracia fue sólo aún un acontecimiento ruso, que puso a la vieja Rusia en consonancia con la hora europea, mientras que la Revolución de Octubre se marcó como objetivo en fin del capitalismo y la liberación del proletariado. La caída del zar y el advenimiento de una República forman parte de los sucesos que ya se han producido en Europa, y que el caso tan particular de Rusia permite ver de nuevo. Ahora bien, ocho meses después lo que anuncia la Revolución rusa con Octubre es la trasformación de la sociedad universal.
Pero lejos de ser una repetición, Octubre de 1917 es una total novedad. Los rasgos que el acontecimiento tiene en común con la dictadura jacobina (el hecho de haber sido incubado por una revolución anterior, el establecimiento de un poder ejercido por una pequeña oligarquía militante sobre un pueblo aterrorizado, y por último el despliegue de una violencia sin reglas contra los adversarios) ocultan, bajo la aparente compatibilidad de las situaciones, poderes revolucionarios que casi no se asemejan. (...) La Revolución francesa queda prisionera de su condición burguesa que le permite, si acaso en su período más "avanzado", "anticipar" lo que la seguirá. Anuncia la emancipación de los hombres sin poder emprenderla en realidad. Octubre de 1917 es el heredero de esta promesa abandonada, esta vez para realizarla, pues la burguesía vencida no obstaculizará más las conquistas del pueblo. Así la unión soviética de Lenin se instaló en el puesto de piloto del progreso humano, en el lugar que le conservó desde fines del siglo XVIII la Francia de la Revolución. No creo que antes de nuestro siglo existan otros ejemplos de este ascenso súbito de una nación en el imaginario colectivo de los hombres, de la situación de país atrasado a la condición de Estado_faro. En cambio, en nuestro siglo existen varios. Después de que las revelaciones de Jruschov empañaron la imagen de la Unión Soviética, la China de Mao la reveló por un momento en ese papel, para no hablar siquiera de la Cuba de Castro. Esta cascada de modelos lejanos no sólo expresa la reducción de la esperanza revolucionaria a lo largo del siglo. Su constancia y su duración, su supervivencia a los desmentidos de la experiencia también revelan su profundidad. Comienza entre los hombres y la revolución Rusa una historia frecuente, entre los hombres progresistas y la Rusia soviética: la de la creencia y el desencanto" .
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Eric
Hobsbawm, Historia del siglo XX (1998) capítulo 2 “La revolución mundial”:
Las repercusiones
de la revolución de octubre fueron mucho más profundas y generales que las de
la revolución francesa, pues si bien es cierto que las ideas de ésta siguen
vivas cuando ya ha desaparecido el bolchevismo, las consecuencias prácticas de
los sucesos de 1917 fueron mucho mayores y perdurables que las de 1789. La
revolución de octubre originó el movimiento revolucionario de mayor alcance que
ha conocido la historia moderna. Su expansión mundial no tiene parangón desde
las conquistas del islam en su primer siglo de existencia. Sólo treinta o
cuarenta años después de que Lenin llegara a la estación de Finlandia en Petrogrado,
un tercio de la humanidad vivía bajo regímenes que derivaban directamente de
«los diez días que estremecieron el mundo» (Reed, 1919) y del modelo
organizativo de Lenin, el Partido Comunista.
Pero el experimento soviético se diseñó no
como una alternativa global al capitalismo sino como un conjunto específico de
respuestas a la situación concreta de un país muy vasto y muy atrasado en una coyuntura
histórica particular e irrepetible. El fracaso de la revolución en todos los
demás lugares dejó sola a la Unión Soviética con su compromiso de construir el
socialismo en un país donde, según el consenso universal de los marxistas en
1917 (incluyendo a los rusos), las condiciones para hacerlo no existían en
absoluto.
Sin
embargo, esta revolución ha transformado el mundo, aunque no en la forma en que
lo esperaban Lenin y quienes se inspiraron en la revolución de octubre. Fuera del
hemisferio occidental, bastan los dedos de las dos manos para contar los pocos estados
que no han pasado por alguna combinación de revolución, guerra civil, resistencia
y liberación frente a la ocupación extranjera, o por la descolonización preventiva
de unos imperios condenados en una era de revolución mundial. (Gran Bretaña,
Suecia, Suiza y, tal vez, Islandia son los únicos países europeos excluidos.) Incluso
en el hemisferio occidental, sin contar los numerosos cambios violentos de gobierno
que en el contexto local se describen como «revoluciones», se han registrado
grandes revoluciones sociales —en México, Bolivia, la revolución cubana y sus
sucesoras— que han transformado el mundo latinoamericano. Se han agotado ya las
revoluciones realizadas en nombre del comunismo, pero es todavía demasiado
pronto para pronunciar una oración fúnebre por ellas, dado que los chinos, que
son la quinta parte de la población del mundo, continúan viviendo en un país
gobernado por el Partido Comunista. No obstante, es evidente que el retorno al
mundo de los regímenes que dominaban antes en esos países es tan imposible como
lo fue en Francia tras la era revolucionaria y napoleónica o como lo ha sido el
retorno de las ex colonias a la vida precolonial. Aun en los casos en que ha
fracasado la experiencia comunista, el presente de los países ex comunistas, y presumiblemente
su futuro, lleva, y continuará llevando, la impronta específica de la
contrarrevolución que sustituyó a la revolución. Será imposible eliminar la era
soviética de la historia rusa y de la historia del mundo, como si no hubiera
ocurrido.
·
Miguel
Mazzeo, La vía no capitalista. La economía de planificación socialista en el
Unión Soviética.
En Elena Marcaída, Estudios de Historia económica y
social de la revolución industrial a la globalización neoliberal.
Al igual que la Revolución Francesa, la Revolución Rusa de
1917 significó un hito fundamental para la historia contemporánea. Su triunfo
posibilitó la trasformación de un país atrasado en una potencia industrial a
escala mundial en un tiempo récord. Presentó al mundo formas alternativas de
organización económica, social y política que despertaron adhesiones y
rechazos. La revolución significó para muchos trabajadores e intelectuales el
establecimiento del primer “Estado proletario”, la concreción de los postulados
del socialismo científico. Muchos vieron a la Unión de las Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS) como un ejemplo de armonía total entre las
relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas, entre la
propiedad social de los medios de producción y el carácter social del proceso
de producción. En fin, como un modelo de economía “racional”, sin crisis y sin
destrucción de fuerzas productivas, y como un paradigma de sociedad sin
explotadores ni explotados (como lo señalaba la historia oficial soviética en
1937).